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He estado desaparecida los últimos meses y quería contarles un poco por qué. Sinceramente, el 2023 ha sido un mal año en muchos aspectos. Lejos de hacer un drama sobre mi año, es hacerte saber que si también la pasaste mal, no estás sola.

En Octubre perdí a mi primo hermano de 26 años, la persona más dulce que puedan imaginar. En Noviembre perdí a otro primo, 21 años. Ambos de forma repentina, ambos un golpe y shock que hasta ahora estamos terminando de procesar. Ambos con un mensaje de que la salud no la podemos comprar, que tenemos que disfrutar cada momento de nuestras vidas porque nadie sabe qué va a pasar mañana. 

En diciembre me mudé, siempre ese movimiento físico implica despedidas y bienvenidas, acomodarse a espacios nuevos, a rutinas nuevas, a sensaciones nuevas. En medio de estos cambios, perdí nuevamente a personas importantes. Mi tía abuela, y uno de mis tíos más queridos hace menos de una semana. Y como si no fuera eso suficiente, al esposo de mi mamá le dio una parálisis facial. De esas temporadas en las que no sabes si reir o llorar, en la que no sabes mjuy bien qué es lo que necesitas aprender de todo esto. Supongo que, otra vez era la vida diciéndonos que nada está seguro, que en un abrir y cerrar de ojos todo puede cambiar. Ha sido un diciembre extraño, lleno de ansiedad, insomnio, despedidas simbólicas y reales. Ha sido la acumulación de cosas extrañas y dolorosas, ha sido un poco de sin sentido en el día a día. Mi cumpleaños y las fiestas pasaron un poco a segundo plano; sin embargo, la celebración fue más auténtica y valorando a mis seres amados. A saber que no necesito grandes planes para celebrar la vida siempre y cuando mi familia y amigos estén cerca, con salud y una sonrisa a pesar de las adversidades.

Les comparto todo esto desde un lugar muy vulnerable, con cierta resistencia aún a procesar todo lo que ha venido sucediendo, con mucha paz también, ya sin insomnio o ansiedad, con resignación, sin prisa en estar bien, sin apuro en que la pena pase. Nada nos tumba, somos fuertes. Fuertes no es no afectarse por nada, fuertes es caerse y gritar, y desde ahí saber que es posible levantarse y seguir incluso con dolor.

En un punto, me encontré a mí misma diciéndole a un amigo: "siento que en estos meses he necesitado volverme una experta en mensajes de consuelo (tanto para otros como para mí misma) y en repetir como un mantra que vamos a estar bien, que todo va a pasar." Y es que la vida se puso un poco dura, pero hay que intentarlo, hay que seguir intentando confiar en que todo va a estar bien. Intentar convencerse de que momentos de gran alegría están por llegar.

Intentarlo es reir a carcajadas en medio del dolor. Intentarlo es seguir con nuestros negocios a pesar de la mala economía que estamos atravesando en el país. Intentarlo es estar bien con el sentirse triste incluso celebrando, saber que ambas emociones pueden coexistir. Intentarlo es seguir un día a la vez. Intentarlo es creer con todo tu ser que este 2024 será mejor. Intentarlo hasta lograrlo.

Que la vida sea siempre gentil con ustedes. Y, seamos gentiles también.

Las abrazo.

M.